29 de noviembre de 2006

Contaminación

La estampa era preciosa, una alameda plagada de familias bien, contribuyendo al desembolso de la vida, comiendo tranquilos, esperando a que la noche les echase.
Acostumbrado a la desgracia, no podía dejar de observar aquellos platos rebosantes de ricos manjares caseros preparados en calidad de sirvienta por la figurante preferida de la casa, y aquellos pequeños ignorando su alborada de desgracia, jugando tranquilos con pequeños juguetes hechos de llanto y de hambre y de silencio. Me dolía la mirada al ver perfilada por la sombra de unos álamos las luces de los coches industriales, quizás porque la cicatriz no se ha cerrado, y aún me duele la cabeza de pensar en la madre... Los sabios disfrutaban, los amantes se amaban, los críos se arropaban, las madejas de basura se tiraban, los soberbios protestaban, porque el ocaso llegaba y las heridas debían ser cerradas, pero no por ellos, ellos se resguardarían en sus chozas de ladrillo visto, con sus chimeneas humeantes y sus vajillas bien guardadas, ellos marcharían de vacío, olvidándose de toda voz acusadora y de cualquier vestigio de razón, que acomodado en la orilla de un río espera ignorante la llegada del cuerdo.
Pero la vida les iba a dar a todos una lección, pues todos esos desperdicios se acumularon en ese lugar durante largos años, años que no pasaron en balde, ante los ojos del mas crío de los de aquella tarde. Cuando lo enterraron el aire de dolor que se podía ver, no se podía respirar, todo intoxicado por los pedos del mas limpio. Cuando fueron a purgarse del odio corrompido, sus manos lloraron por no poder abrazar a nadie, por no poder tocar un rostro, por no poder posarse sobre un hombro y lamentándose, se fueron por donde habían venido, en sus coches blindados y bien tapizados de pieles de animales muertos; los asesinos nos fuimos corriendo hacia el mismo infierno, la ciudad del hambre esperaba para cobrar, y cobrando se llevó a la humanidad, en la caja, amontonados millones de cerebros, el holocausto llevado a cabo durante años había llegado a su fin, la Luna, solitaria, se encendió, el Sol se apagó y sin mas, la Tierra ardió…

Víctor

Y recuerda: Todo esto es mentira...

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