5 de enero de 2008

¡Ay mísero de mi! ¡Ay infelice!

Le he robado esto a Afroastan, porque me ha gustado y ya de paso aprovecho y pongo aquí algunas de las más célebres rimas de los grandes españoles.

Primero el video:



La vida es sueño - Pedro Calderon de la Barca

Segismundo:
¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma:
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas,
gracias al docto pincel,
cuando, atrevido y crüel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto:
¿y yo con mejor distinto
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío:
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad,
el campo abierto a su ida:
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?

Don Juan Tenorio
- José Zorrilla


DON JUAN
(A DON LUIS.)
Esa silla está comprada,
hidalgo.

DON LUIS
(A DON JUAN.)
Lo mismo digo,
hidalgo; para un amigo
tengo yo esotra pagada.

DON JUAN
Que ésta es mía haré notorio.

DON LUIS
Y yo también que ésta es mía.

DON JUAN
Luego sois don Luis Mejía.

DON LUIS
Seréis, pues, don Juan Tenorio.

DON JUAN
Puede ser.

DON LUIS
Vos lo decís.

DON JUAN
¿No os fiáis?

DON LUIS
No.

DON JUAN
Yo tampoco.

DON LUIS
Pues no hagamos más el coco.

DON JUAN
Yo soy don Juan.
(Quitándose la máscara.)

DON LUIS
(Haciendo lo mismo.)
Yo don Luis.

(...)

DON JUAN
¿Estamos listos?

DON LUIS
Estamos.

DON JUAN
Como quien somos cumplimos.

DON LUIS
Veamos, pues, lo que hicimos.

DON JUAN
Bebamos antes.

DON LUIS
Bebamos.

DON JUAN
La apuesta fue...

DON LUIS
Porque un día
dije que en España entera
no habría nadie que hiciera
lo que hiciera Luis Mejía.

DON JUAN
Y siendo contradictorio
al vuestro mi parecer,
yo os dije: «Nadie ha de hacer
lo que hará don Juan Tenorio».
¿No es así?

DON LUIS
Sin duda alguna;
y vinimos a apostar
quién de ambos sabría obrar
peor, con mejor fortuna,
en el término de un año;
juntándonos aquí hoy
a probarlo.

DON JUAN
Y aquí estoy.

DON LUIS
Y yo.

CENTELLAS
¡Empeño bien extraño,
por vida mía!

DON JUAN
Hablad, pues.

DON LUIS
No, vos debéis empezar.

DON JUAN
Como gustéis, igual es,
que nunca me hago esperar.
Pues señor, yo desde aquí,
buscando mayor espacio
para mis hazañas, dí
sobre Italia, porque allí
tiene el placer un palacio.
De la guerra y del amor
antigua y clásica tierra,
y en ella el Emperador,
con ella y con Francia en guerra,
díjeme: «¿Dónde mejor?
Donde hay soldados, hay juego,
hay pendencias y amoríos».
Dí, pues, sobre Italia luego,
buscando a sangre y a fuego

amores y desafíos.
En Roma, a mi apuesta fiel,
fijé entre hostil y amatorio
en mi puerta este cartel:
«Aquí está don Juan Tenorio
para quien quiera algo de él».
De aquellos días la historia
a relataros renuncio;
remítome a la memoria
que dejé allí, y de mi gloria
podéis juzgar por mi anuncio.
Las romanas caprichosas,
las costumbres licenciosas,
yo gallardo y calavera,
quién a cuento redujera
mis empresas amorosas.
Salí de Roma por fin
como os podéis figurar,
con un disfraz harto ruin,
y a lomos de un mal rocín,
pues me querían ahorcar.
Fui al ejército de España;
mas todos paisanos míos,
soldados y en tierra extraña,
dejé pronto su compaña
tras cinco o seis desafíos.
Nápoles, rico vergel
de amor, de placer emporio,
vio en mi segundo cartel:
«Aquí está don Juan Tenorio,
y no hay hombre para él.
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba,
y cualquiera empresa abarca
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie, que le ataje;
a ver si hay quien le aventaje
en juego, en lid o en amores».
Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
Nápoles, no hay lance extraño,
no hubo escándalo ni engaño
en que no me hallara yo.
Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado,
ni hubo razón ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquel a quien yo maté.
A esto don Juan se arrojó,
y escrito en este papel
está cuanto consiguió,
y lo que él aquí escribió,
mantenido está por él.

DON LUIS
Leed, pues.

DON JUAN
No; oigamos antes
vuestros bizarros extremos,
y si traéis terminantes
vuestras notas comprobantes,
lo escrito cotejaremos.

DON LUIS
Decís bien; cosa es que está,
Don Juan, muy puesta en razón;
aunque, a mi ver, poco irá
de una a otra relación.

DON JUAN
Empezad, pues.

DON LUIS
Allá va.
Buscando yo, como vos,
a mi aliento empresas grandes,
dije: «¿Dó iré, ¡vive Dios!
de amor y lides en pos
que vaya mejor que a Flandes?
Allí, puesto que empeñadas
guerras hay, a mis deseos
habrá al par centuplicadas
ocasiones extremadas
de riñas y galanteos».
Y en Flandes conmigo dí,
mas con tan negra fortuna,
que al mes de encontrarme allí
todo mi caudal perdí,
dobla a dobla, una por una.
En tan total carestía
mirándome de dineros,
de mí todo el mundo huía,
mas yo busqué compañía
y me uní a unos bandoleros.
Lo hicimos bien, ¡voto a tal!,
y fuimos tan adelante,
con suerte tan colosal,
que entramos a saco en Gante
el palacio episcopal.
¡Qué noche! Por el decoro
de la Pascua, el buen obispo
bajó a presidir el coro,
y aún de alegría me crispo
al recordar su tesoro.
Todo cayó en poder nuestro;
mas mi capitán, avaro,
puso mi parte en secuestro;
reñimos, yo fui más diestro,
y le crucé sin reparo.
Jurome al punto la gente
capitán, por más valiente;
jureles yo amistad franca;
pero a la noche siguiente
huí y les dejé sin blanca.
Yo me acordé del refrán
de que quien roba al ladrón
ha cien años de perdón,
y me arrojé a tal desmán
mirando a mi salvación.
Pasé a Alemania opulento,
mas un Provincial jerónimo,
hombre de mucho talento,
me conoció, y al momento
me delató en un anónimo.
Compré a fuerza de dinero
la libertad y el papel;
y topando en un sendero
al fraile, le envié certero
una bala envuelta en él.
Salté a Francia, ¡buen país!,
y como en Nápoles vos,
puse un cartel en París
diciendo: «Aquí hay un don Luis
que vale lo menos dos.
Parará aquí algunos meses,
y no trae más intereses
ni se aviene a más empresas,
que a adorar a las francesas
y a reñir con los franceses».
Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
París, no hubo lance extraño,
ni hubo escándalo ni daño
donde no me hallara yo.
Mas como don Juan, mi historia
también a alargar renuncio;
que basta para mi gloria
la magnífica memoria
que allí dejé con mi anuncio.
Y cual vos, por donde fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Mi hacienda llevo perdida
tres veces; mas se me antoja
reponerla, y me convida
mi boda comprometida
con doña Ana de Pantoja.
Mujer muy rica me dan,
y mañana hay que cumplir
los tratos que hechos están;
lo que os advierto, don Juan,
por si queréis asistir.
A esto don Luis se arrojó,
y escrito en este papel
está lo que consiguió;
y lo que él aquí escribió
mantenido está por él.

DON JUAN
La historia es tan semejante
que está en el fiel la balanza;
mas vamos a lo importante,
que es el guarismo a que alcanza
el papel; conque adelante.

DON LUIS
Razón tenéis en verdad.
Aquí está el mío; mirad,
por una línea apartados
traigo los nombres sentados
para mayor claridad.

DON JUAN
Del mismo modo arregladas
mis cuentas traigo en el mío;
en dos líneas separadas
los muertos en desafío
y las mujeres burladas.
Contad.

DON LUIS
Contad.

DON JUAN
Veintitrés.

DON LUIS
Son los muertos. A ver vos.
¡Por la cruz de San Andrés!
Aquí sumo treinta y dos.

DON JUAN
Son los muertos.

DON LUIS
Matar es.

DON JUAN
Nueve os llevo.

DON LUIS
Me vencéis.
Pasemos a las conquistas.

DON JUAN
Sumo aquí cincuenta y seis.

DON LUIS
Y yo sumo en vuestras listas
setenta y dos.

DON JUAN
Pues perdéis.

DON LUIS
¡Es increíble, don Juan!

DON JUAN
Si lo dudáis, apuntados
los testigos ahí están,
que si fueren preguntados
os lo testificarán.

DON LUIS
¡Oh! Y vuestra lista es cabal.

DON JUAN
Desde una princesa real
a la hija de un pescador,
¡oh! ha recorrido mi amor
toda la escala social.
¿Tenéis algo que tachar?

DON LUIS
Sólo una os falta en justicia.

DON JUAN
¿Me la podéis señalar?

DON LUIS
Sí, por cierto; una novicia
que esté para profesar.

DON JUAN
¡Bah! pues yo os complaceré
doblemente, porque os digo
que a la novicia uniré
la dama de algún amigo
que para casarse esté.

DON LUIS
¡Pardiez, que sois atrevido!

DON JUAN
Yo os lo apuesto si queréis.

DON LUIS
Digo que acepto el partido.
¿Para darlo por perdido,
queréis veinte días?

DON JUAN
Seis.

DON LUIS
¡Por Dios, que sois hombre extraño!
¿Cuántos días empleáis
en cada mujer que amáis?

DON JUAN
Partid los días del año
entre las que ahí encontráis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas,
y una hora para olvidarlas.
Pero la verdad a hablaros,
pedir más no se me antoja,
porque, pues vais a casaros,
mañana pienso quitaros
a doña Ana de Pantoja.

DON LUIS
Don Juan, ¿qué es lo que decís?

DON JUAN
Don Luis, lo que oído habéis.

DON LUIS
Ved, don Juan, lo que emprendéis.

DON JUAN
Lo que he de lograr, don Luis.

...

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